05 enero 2011

No estamos huecos, por Rogelio Cabado

Recientemente tuve la ocasión de asistir al primer encuentro Ibérico (España y Portugal) de los jóvenes del Carmelo; una experiencia viva, joven, dinámica y cargada de amistad y cercanía a la vida del Carmelo y de Teresa de Jesús. La posibilidad de impartir un taller de música y ensayar con los jóvenes canciones que compuse expresamente para el momento, me dieron pie para tomar estas notas de reportero musical. El concierto de dos horas que ofrecí a 200 jóvenes, donde oramos juntos, cantamos juntos, bailamos y gritamos juntos, fue una ocasión para sentir algo especial.
Terminamos el concierto con una cadena gigante alrededor del aula magna del CITES (centro internacional teresiano), en Avila, cantando la canción “Instrumento de tu paz”, y en el centro Jesús desde mi guitarra bendiciendo a todos. Aquella experiencia me hizo caer en la cuenta de varias realidades: Los jóvenes hoy son sensibles, muy sensibles al fenómeno interior y la vida del espíritu, los jóvenes de hoy necesitan urgentemente una verdadera amistad que les haga crecer como personas, los jóvenes de hoy piden ser felices con un corazón abierto, sin límites que encojan el amor con mayúsculas… Nuestros jóvenes que quieren vivir así, son los jóvenes que pide la Iglesia y que necesita el mundo, nuestra sociedad hoy.

El lema del encuentro: “No estamos huecos por dentro”, está tomado de la expresión de Sta Teresa a sus hermanas, con el que les hacía caer en la cuenta de que alguien vive dentro de ellas y es preciso ser conscientes de esa realidad interior. En el frente de la capilla del CITES figuraba este lema cuyo logotipo era la silueta de un cántaro con una esfera dorada dibujada en su interior. En la oración de aquella mañana, contemplando aquel cántaro, fueron varias las ideas que brotaron y que centran ese otro pilar que me parece importante para la formación de jóvenes cristianos desde el campo de la música: “Fragilidad fortalecida”… Un cántaro, del barro de la tierra es siempre frágil, pero es de una utilidad que bien han conocido nuestros antepasados, es el mejor lugar para cobijar algo valioso y contenerlo en lugar fresco, seguro, oculto,… sin embargo es frágil. Recordamos aquí a San Pablo: … “este tesoro (el de la fe) lo lleváis en vasijas de barro” (2 cor 4-7). Frágil y seguro, …parecen dos términos contradictorios e incompatibles. El cántaro está hecho para custodiar y ser poseído … Cada uno de nosotros como cántaros diseñados para contener, no estamos huecos por dentro. Somos personas y seres creados por amor. Estamos genética y estructuralmente creados para contener vida y repartir vida. Ahora bien, ser conscientes de esa realidad es un reto. Ese “no estáis huecos” expresado en positivo sería: “Estáis llenos por dentro”, vuestro corazón está lleno por dentro. Me viene a la memoria ese otro mensaje de S.Pablo. “¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, que tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Cor. 6:19)… Pues bien, cuando a un cántaro oscuro, hueco se le introduce una linterna, todo ese espacio cobra luz, todo él se ilumina sin posibilidad de sombra, incluso cualquier defecto interior sobre la superficie del barro, queda más claramente definido. Se ve mejor. Esa claridad visualiza con mayor definición aquel defecto. Nuestros defectos humanos quedan a la intemperie y se pueden corregir con más eficacia desde la claridad de la luz.
Ser conscientes de la propia flaqueza y debilidad, de la propia pobreza, es un don y una riqueza. Sólo cuando tenemos luz, podemos corregir los propios defectos. Cuando hablamos desde una perspectiva espiritual y artística de nuestra vida, sólo a la luz de una fuerza luminosa del Espíritu es posible corregir las disonancias que se cuelan voluntaria o involuntariamente en nuestro camino. En aquel momento de oración comparé aquel círculo dorado en el interior del cántaro a la Eucaristía, el mismo Cristo, por y para quien cantamos, bañando con su luz la realidad de nuestra vida. Su luz nos hace ver con claridad y su fuerza nos da energía. Cuando ese cántaro que ha salido de las manos del creador recibe la luz, nadie como uno mismo ve en su interior su propia textura, que difícilmente se otea desde fuera. “Tu luz nos hace ver la luz” escuchamos en la liturgia de la Misa. Jesús Eucaristía nos hace ver con objetividad no sólo defectos sino virtudes…
Barro, cántaro, luz, hueco, textura, son un todo único capaz de configurar nuestro ser de músicos. Es preciso el realismo y la objetividad en nuestra vida para comunicar seguridades a aquellos que nos escuchan y viven nuestras canciones. Sólo desde la consciencia de nuestra propia realidad se puede comunicar esa seguridad, una responsabilidad que hemos recibido de lo alto y que es justo y noble testimoniar.
Rogelio Cabado

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