Pero hace dos años en la JMJ cambió radicalmente mi mirada hacia Benedicto XVI, yo estaba en una época de mi vida un poco descolocada, a nivel espiritual me encontraba un poco perdido, y Benedicto XVI con sus palabras y su testimonio a lo largo de esos días me fue tocando el corazón, pero el encuentro más increíble, lo que me desbordó y me hizo incluso llorar fue el encuentro que tuvo con los voluntarios camino del aeropuerto, en el que nos dio las gracias. Yo no trabajaba para que nadie y menos el Papa me diese las gracias, pero este papa que nos deja, en un acto entre tantos que ha tenido de humildad lo hizo, descolocando para bien este desordenado corazón, que conmovido por esos intensos días que fueron un regalo, sigue adelante, con una fe reforzada por los actos y palabras de este hombre.
Y este hombre que ahora nos dice que se va, noticia que a mí me llegó mal contada y me afectó en sobremanera, pero que después entendí y supe acoger (al igual que me costó acoger su llegada). No huye, no abandona, es un hombre humilde y lleno de Gracia, que con humildad se mira a sí mismo siervo de Dios y la Iglesia y se da cuenta de que su hora ha llegado, y deja paso a que la Iglesia que él ha guiado estos años, siga adelante guiada por otro más capaz. Sólo me arrepiento de no haberte escuchado antes, de no haber leido tantas cosas increíbles que has escrito, de no haberte seguido como se sigue al que da testimonio de la Verdad.
Benedicto XVI realmente has sido una bendición para esta Iglesia, que un poco perdida, ante tu pérdida, incluso te rechaza.
Reza por nosotros, que seamos capaces de acoger a tu sucesor tan bien como te acogimos en su momento y tan pronto como acogemos tu marcha.
Manuel Flores (Madrid)
Estudiante de Ingeniería Civil
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